La araña y su presa (II)
Te seguimos contando la forma en que las arañas atrapan a sus presas.
Comienza a dibujarse y perfilarse la estructura triangular de la tela. Para tejer los radios la araña viaja a lo largo, a lo ancho y a través, hilando sin cesar su larga fibra de seda, y para que ésta no se enrede, la mantiene tensa con su cuarto par de pata estirando al máximo.
Su obra es siempre simétrica primeramente de un lado, y enseguida del otro, la araña avanza hasta los puntos intermedios, los une entre sí, partiendo generalmente del punto más alto para dejarse caer hacia abajo y a cada cruce que hace tira de la cuerda que acaba de colocar para asegurarse de que está bien tensada. La espiral que une los radios entre sí, le da ese aspecto tan conocido de encaje, y entonces es de desear para la araña que el tiempo se mantenga hermoso.
La humedad (lluvia o rocío) valoriza admirablemente toda la delicadeza de su obra, pero inutiliza su trampa.
Terminando su trabajo, se dirige la araña hacia el punto central de su trampa, donde se concentran todos los radios, y allí se teje un colchón donde se instalará. Luego, inmóvil en el centro de su tela, se toma un descanso bien ganado. No mira a ninguna parte, ni se preocupa por saber lo que va a suceder. De hecho duerme pero si un insecto queda prendido en su red, la sacudida la despierta inmediatamente. Si la sacudida es violenta es posible que haya caído en la trampa un grillo.
La araña se abalanza y en menos de tres segundos, su victima, reducida a la impotencia, queda inmovilizada bajo su pesada capa de hilos de seda pegajosa.
El colchón donde reposa la araña no es pegajosa, pero lo son todos los hilos que ella ha tendido en el espiral alrededor de su tela. Todo está provisto por la naturaleza.
Fuente | Maravilla de la naturaleza
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