Árboles, criando lo mejor
El éxito económico de los árboles se encuentra en cultivar los mejores de ellos, según se desee obtener frutos, madera o productos derivados de la savia o de la corteza. El objetivo general es el de producir el tipo de árbol más vigoroso con elevada productividad y que a la vez sea resistente a las enfermedades e insectos nocivos.
La tendencia actual en el cultivo de frutales es la de producir árboles más pequeños y plantarlos mucho más cerca unos de otros (los manzanos del futuro podrán parecer más bien tomates que árboles frutales). El objetivo es ahorrar los costos de mano de obra para la cosecha y el mantenimiento, que es el capitulo más oneroso en el presupuesto del cultivador de frutas. Para tener la seguridad de que toda la cosecha sigue una pauta uniforme, casi todos los árboles frutales y avellanos crecen a partir de injertos o acodos de arboles que han sido elegidos de forma especial.
Es indiscutible que tal interés por la productividad va en deterioro del paladar. Aunque existía mayor variedad de frutos en otras épocas que en la actualidad crecen menos tipos y hay menos posibilidad de elección para el comprador.
La plantación de coníferas se hace por lo general a partir de una semilla. Dicha semilla es controlada con todo cuidado. Se eligen y se cruzan dos árboles progenitores vigorosos. El alerce hibrido resistente produce la fina madera del alerce europeo y, sin embargo, crece rápidamente como su pariente japonés. Los últimos métodos de polinización cruzada y los injertos permiten que los árboles progenitores puedan crecer a gran distancia el uno del otro. Cuando se ha fijado un carácter interesante, se constituye un ‘banco de semillas’ para una futura utilización.
Fuente | Los Árboles de Plaza y Jones
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