¿Quién dijo que a las jirafas no les llega la sangre a la cabeza?

¿Quién dijo que a las jirafas no les llega la sangre a la cabeza?

Escrito por: Rebeca   @dqtqjas_rbk    11 diciembre 2008    2 minutos

Son más de tres metros de cuello y hay que vencer la fuerza de la gravedad. ¿Cómo hacen para que la sangre suba tan arriba? ¿válvulas? ¿músculos? ¿un ascensor?

La jirafa (Giraffa camelopardalis) es un mamífero artiodáctilo propio de África. Es la más alta de todas las especies vivientes de animales terrestres. Los machos pueden medir de 4,8 a 5,5 m. de altura y pesar hasta 900 kg.

El rasgo más distintivo de las jirafas es su largo cuello, que les permite alcanzar las hojas más altas y tiernas de los árboles. Paralelamente a ésta, la jirafa ha desarrollado otras modificaciones anatómicas, entre las que destacan las habidas en el sistema circulatorio.

Su corazón es enorme, y llega a pesar unos 12 kg., mide unos 60 cm. de longitud y con unas paredes de hasta 7,5 cm. de grosor. Este músculo tan potente bombea la sangre con gran fuerza, generando una presión sanguínea que duplica la de cualquier otro mamífero de gran tamaño. Así la sangre alcanza el cerebro y, ya en el camino de vuelta, un músculo en la vena yugular agrega presión al vaso sanguíneo para acelerar el regreso al corazón.

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Pero la presión es excesiva para otras partes del organismo que se encuentran a menor distancia. En otro animal, esa elevada presión sanguínea forzaría a la sangre a ser expulsada a través de las paredes capilares, pero el grosor de los vasos sanguíneos, su tejido conectivo y la gruesa piel de la jirafa, muy ajustada en sus extremidades inferiores, mantienen la presión extravascular previniendo el estancamiento de sangre y el edema.

¿Y cuando la jirafa baja la cabeza para beber o para pastar? ¿no se le acumula la sangre en la cabeza? Por lógica debería ser así, al añadir la gravedad a la presión sanguínea, pero esto no sucede gracias a válvulas especiales contenidas en los vasos del cuello de la jirafa. Estas válvulas trabajan para que la sangre llegue al cerebro con la presión habitual, cuando la cabeza se encuentra más abajo que el centro de gravedad del animal.

Es más, si la jirafa se viera obligada a recuperar su posición habitual con prontitud (por la presencia de un depredador, por ejemplo), el repentino cambio de altura de su cabeza no le ocasionaría un mareo o un desmayo, puesto que las válvulas habrían mantenido la presión constante en todo momento.

Vía | Ciencia