Todo animal que esté medio fuera de su madriguera se encuentra en plena seguridad. Puede mirar todo lo que pasa a su alrededor y desaparecer ni bien lo necesite. Incluido dejar que te aproximes relativamente cerca sin asustarse. La marmota de América es especialista en esta estrategia. Demasiado gruesa y desgarbada para correr aprisa, le gusta situarse en observación a la entrada de su galería, tratando incluso de esbozar una sonrisa, puerto que sabe que no hay ningún animal lo suficientemente veloz para atraparle, cuando ella desaparecerá, como por una trampa a lo largo del corredor protector, que se ha excavado en suave pendiente bajo tierra.
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