Abejas, excelentes voladoras (II)
La abeja tiene dos pares de alas, muy cerca las unas de las otras. Durante el vuelo estos pares se acoplan por una serie de ganchitos situados sobre la parte delantera de las alas posteriores, y que se fijan o traban por un espesamiento del reborde de las alas anteriores. Cuando están acopladas las alas, aumentan la rapidez de vuelo. Se desacoplan y rápidamente cando la abeja las repliega a los largo del cuerpo para dejarse caer sobre el corazón de una flor, o en la colmena, para deslizarse por la abertura de un alveolo, estrechamente ajustado a su cuerpo.
Estos dos pares de alas pueden también batir sin estar acopladas entre sí. Y este es el sistema que emplea la abeja para refrescar la colmena, y sus alas actúan entonces como ventilador.
Considerada como transportista de carga, la abeja dispone de tres sitios diferentes para depositar su mercadería. Uno de estos sitios es un depósito interno, el buche, que llena absorbiendo el néctar por medio de un tubo alargado, su trompa. Los otros dos son a manera de ‘cesta’ o canastillos predadores en sus patas posteriores y que le sirven para el transporte del polen. Podemos imaginarnos un avión con la carga colgante, enganchada en el tren de aterrizaje. Y este es, sin embargo, el método empleado por las abejas, y desde hace mucho tiempo lo ha estado probando.
Fuente | Maravillas de la Naturaleza