Los caballos (II)
Las razas actuales de caballos son un producto creado artificialmente por la intervención del hombre. En base a cruces reiterados entre sementales y yeguas con los cuartos traseros y la grupa especialmente musculosa, por ejemplo, caballos especialistas en saltos de obstáculos. Criar caballos de carrera es tarea más complicada, pues por muy especializados que estén los cuadrúpedos jamás pierden su rasgo más típico: su carácter gregario.
El grupo les proporciona protección, seguridad y siempre se desenvuelven mejor dentro de él. Por eso se selecciona los ejemplares más individualistas entre los caballos veloces capaces de correr 3.000 metros a una velocidad de 65 kilómetros por hora
Cuando las tropas de Hernán Cortes desembarcaron en 1519 en las costas mejicanas se encontraron un continente carente de caballos. Curiosamente, sin embargo, fue en el continente americano donde nació el caballo hace unos cuarenta millones de años. El ‘eihippus’, aquel equino salvaje antecesor del ‘equus caballus’ o caballo domestico actual, tenia el tamaño de un zorro y no poseía cascos en sus extremidades, sino los cinco apéndices prototípicos de los mamíferos.
Tampoco los necesitaba porque habitaba los espesos bosques primitivos, donde vivían protegidos. Los obtuvo cuando, como consecuencia de un drástico cambio climático durante el cuál desaparecieron todos los árboles, los bosques se trasformaron en amplias praderas abiertas y el anima se convirtió en un huidizo y veloz corredor.
Por fósiles y pinturas rupestres encontradas en las cuevas del Paleolítico se sabe que el eohippus fue evolucionando, pasando por una media docena de tipos intermedios, hasta el pliohippus, un animal de largas y delgadas patas extremidades con una cabeza similar a la de la especie actual, el Equus caballus.
El tarpan –extinguido en su forma originaria desde el siglo pasado y ancestro de los pequeños caballos de labranza- el przewalski y el caballo de los bosques europeos fueron sus descendientes más singulares. El Equus przewalski fue descubierto en Mongolia por un general ruso del mismo apellido en 1881 y ha sido el único equido que se resistió a ser domesticado y criado por el hombre. Hoy día, esta pequeña raza salvaje de capa amarillenta o pardusca vive solo en zoológicos.
Al caballo se le ha exigido mucho, pero su selección fue espontánea hasta hace poco. Sólo aquel que fuera útil, excelente corredor de fondo, veloz, resistente, frugal y obediente a las voces de su amo tenía probabilidades de preproducirse.
Adoptando estos criterios de selección natural, los árabes consiguieron, en el curso de milenios, la raza caballar más potente y resistente de todos los tiempos.
Según pruebas efectuadas por zoológicos, un caballo árabe de pura sangre sólo requiere el sesenta por ciento de alimento que necesita un competidor europeo, su traquea es más nacha, sus pulmones mayores, su hemoglobina trasporta un cuatro por ciento más de oxigeno y realiza 17 por ciento menos de respiraciones durante la carrera que los europeos. Por eso, en Europa los criadores cruzan reiteradamente sus potros con pura sangre árabes con el fin de conseguir una raza mejor.
Fuente | Revista Genios