Los caballos (IV)
En este caso en particular te hablaremos de la importancia y del desarrollo de los caballos en Argentina.
Pedro de Mendoza, el primer adelantado del Río de la Plata y fundador de Buenos Aires (Argentina) en el año 1536, llevó a esas tierras 72 caballos y yeguas. Cuando se incendió la ciudad, Irala ordenó su abandono, pero en los berganties no cupieron 12 animales, los cuales fueron dejados en libertad. Años después, en ‘La Argentina’, dijo Ruy Díaz de Guzmán: “…parece que dejaron los pobladores, 5 yeguas y 7 caballos, los cuales el día de hoy han venido a tanto multiplico en menos de 60 años, que no se puede numerar, porque son tantos los caballos y yeguas que parecen grandes montañas”.
Esos 12 caballos dieron origen al caballo criollo (cuando Garay , en 1580, repobló Buenos Aires, calculó su número en más de 15.000).
En cuanto a su pelaje (cepa o color del pelo), los más conocidos son los siguientes: zaino, bayo, picazo, blanco, gateado, cebruno, lobuno, alazan, colorado, dorado, overo, rosillo, moro, oscuro y tordillo.
El indio supo sacar excelente partido del caballo criollo y con él enfrentó a los españoles, dilatando por muchísimo tiempo el asentamiento definitivo de ellos en esa parte del sur de América. El caballo le servía al aborigen tanto para la guerra como para la caza y el pillaje. Lo adiestraba minuciosamente, inclusive, para que fuese más apto y resistente, le ataban las patas traseras y así, boleado, lo hacían correr. El gaucho sociabilizó al caballo, lo incorporó a la vida civil y social. Para el criollo el caballo era una forma abrupta de su yo, algo intransferible.
Este caballo fue utilizado en las faenas del campo, para los rodeos, los arreos, el arado y para atarlo a los carros cargados de granos. También para las diversiones (carreras cuadreras y corridas de sortijas), para la caza, especialmente del ñandú, y para la guerra (famosas fueron las cargas de las caballerías gauchas).
Fuente | Revista Genios