Contaminación sonora y audiovisual

La audición es un sistema extremadamente sensible a ciertos rangos de frecuencia e intensidades de sonido. El mismo se mide en una escala cuya unidad se llama decibel. Se sabe que el sonido por encima de los 120 decibeles puede dañar el oído interno del ser humano y de otras especies animales (aunque se calcula que ya por encima de los 90 dB empieza a ser perjudicial).

La contaminación sonora es un factor importante en la disminución de la calidad de vida. En las ciudades, las fuentes más importantes de ruido son el transito vehicular y la combinación de sonidos provenientes de la construcción. Éstos rebotan entre los edificios y crean un fondo contante de ruido. La intensidad del volumen del sonido (especialmente algunos géneros musicales y el uso de audífonos) es la que causa pérdida parcial o total de la audición. También puede provocar enfermedades neurológicas como dolor de cabeza crónico, disminución del rendimiento intelectual, aumento del ritmo cardiaco, hipertensión y estrés.

Lo que percibimos del medio ambiente mediante la vista tiene un papel primordial en nuestras vidas. Una persona mal vestida no contamina nuestro ambiente, aunque pueda no gustarnos su vestimenta. Pero un cartel que tapa la visión de un elemento de valores estéticos (edificio, estatuas, horizonte) nos priva de su apreciación y, por lo tanto, afectas nuestra calidad de vida.

La propaganda comercia de la calle es también una contaminación a nivel visual, de nuestra calidad de vida, es, incluso, precursora del cambio involuntario d nuestros hábitos y cultura.
Podemos elegir libremente comparar o no un televisor, prenderlo o apagarlo, pero no podemos prescindir del espacio urbano comunitaria. Es en este espacio donde la propaganda nos invade y nos quita la libertad de elegir o mirar, se impone en forma arbitraria.

Fuente | Alertas ambiéntales

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