El origen del Dogo argentino y otras razas
Los perros nos hacen compañía desde hace 14.000 años, incluso antes del desarrollo de la agricultura y de los asentamientos humanos permanentes, cuando ambas especies subsistíamos de la caza y la recolección. Nuestra relación continua en muy buenos términos, pero de aquel contacto original se le han agregado variedades de color, forma y tamaño inimaginables. En la actualidad hay casi doscientas razas reconocidas en todo el mundo.
A lo largo de los siglos, los seres humanos cruzaron perros con rasgos deseables y crearon así una variedad de formas mayor que la que aparecía o sobrevivía en la naturaleza, pero la pasión por la cría y la selección de perros empezó a finales del siglo XIX.
Las razas no han surgido naturalmente, sino que los criadores han selecciona doscientas características. Como ejemplo de esto veamos como se originó el Dogo argentino, la única raza argentina de perros. Fue creado por el médico Antonio Nores Martinez junto con su hermano. Ellos buscaban un animal adecuado para la caza mayor de especies tales como pumas y jabalíes. En Córdoba, desde la época de la Colonia, existían las peleas de perros de presa. Usaban para el combate un can obtenido del cruzamiento del Bulldog ingles con el Bull terrier y conocido como perro de pelea cordobés. Estos animales unían la fuerza y el valor del Bulldog con la agilidad y la musculatura del Bull terrier.
Se cruzaron luego el Boxer o con el Dogo de Burdeos. Pero cuando las peleas de perros se prohibieron, la raza estaba condenada a desaparecer. Además, esta raza carecía de olfato y de velocidad y su ferocidad para con otros perros hacia imposible su uso en la caza en jauría. Fue entonces cuando, usando como base al perro de pelea cordobés, los hermanos Nores se propusieron crear una nueva raza.
Tras 25 años de cruzamientos científicos y selecciones de razas, lograron su objetivo. Para ello, lo cruzaron con el Martín de los Pirineos por el color blanco de su manto y por su fuerza, con el Gran Danés, por su gran alzada y su mansedumbre; con el Dogo de Burdeos por la potencia de su mordida; con el Pointer por su olfato y su carácter afable y con el Galgo Irlandés por su altura y rusticidad
El resultado de esta larga serie de cruzamientos fue la obtención de un perro resistente y robusto, de estructura maciza y musculosa y de color blanco para distinguirlo fácilmente en el monte.
Su cabeza grande con cráneo macizo y su hocico más largo que el del Bulldog le permiten que, al morder y atrapar a la presa, siga respirando sin dificultad. El estándar de la raza fue publicado en el año 1947. El reconocimiento oficial en la Argentina tuvo lugar en 1964 y el internacional en 1973.
La mayoría de las razas de perros de origen europeo o norteamericano son el resultado de entre 15 y 20 años de cruzamientos entre razas definidas, buscando cualidades físicas o estéticas. Es un tiempo corto para crear nuevas variantes. Según el genetista molecular Jeff Sampson, esto se debe a que los perros tienen más cromosomas que nosotros (78 contra los 46 de los seres humanos) y eso aumenta la oportunidad de desarrollar nuevas razas.
Fuente | Biología – Santillana
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