Hormigueros
De todos los insectos que viven bajo tierra, las hormigas son los que construyen las galerías más dignas de ser admiradas. También son las más numerosas.
Las hormigas trabajan de día y duermen de noche. Las galerías que excavan son tubos redondos, limpios, menos gruesos que un lápiz y cuidadosamente construidos, a fin de que puedan durar varios años.
Para taladrar una galería, una hormiga mantiene cerradas sus mandíbulas, una contra la otra, y las utiliza a guisa de trulla de albañil. Sobresaliendo por la parte delantera de su cabeza, las mandíbulas cerradas son curvas y puntiagudas en su extremidad. El insecto excava y raspa con su trulla, que también le sirve para prensar y modelar la tierra. El acabado perfecto no se conseguirá sino más tarde, después de las innumerables idas y venidas de las hormigas.
Cuando algunas raicillas estorban el camino, la hormiga corta con sus poderosas mandíbulas. Si aparecen gravillas que impidan el paso, estas mismas mandíbulas se cierran sobre ellas y las sacan afuera.
Los detritos no son amontonados sino esparcidos, a fin de que no que señalada la entrada de la galería antes de que ésta haya sido fortalecida. Estas salidas están siempre abiertas y tan cuidadas como las salidas de los túneles que construyen nuestros técnicos. Por lo demás casi siempre están disimuladas bajo hojas, ramas o torraos de corteza y esto a fin de evitar que la lluvia penetre en las galerías.
Estas galerías conducen a las salas de recepción y a las cámaras abovedadas con pisos lisos, donde las hormigas ponen sus huevos, almacenan sus alimentos y muchas veces cultivan sus huertas subterráneas. Las salas, estrechas y de formas irregulares, sirven preferentemente de comunicación entre las cámaras. Permiten que grandes cantidades de hormigas trabajen y estén en actividad a un tiempo y que puedan ponerse a salvo rápidamente cuando una alarma les obligue a abandonar sus lares.
Fuente | Revista Genios
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