Las vías pecuarias
Las vías pecuarias son caminos de trashumancia que unen los lugares tradicionales de pastoreo de España para que los pastores y ganaderos puedan llevar el ganado caprino, ovino y bovino a los mejores pastos aprovechando la bonanza del clima: a los puertos o zonas de pastos de alta montaña en verano o a zonas más llanas y de clima más templado en invierno.
Las vías pecuarias suponen 125.000 kilómetros de caminos para el ganado trashumante en España, el 1% de su territorio, unas 450.000 hectáreas.
Dependiendo del lugar donde se encuentren, las cañadas reales tienen denominaciones diferentes. Por ejemplo, en Andalucía se les conoce como veredas de carne; en Aragón son cabañeras; en Cataluña, carreradas y en Castilla, reciben el nombre de cordones, cuerdas, galianas o cabañíles, dependiendo de su tamaño. Por ejemplo:
• Cañada real: 90 varas castellanas (75,22 metros)
• Cordel: 45 varas castellanas (37,71 metros)
• Vereda: 25 varas castellanas (20,89 metros)
• Colada: menos de 25 varas castellanas
En las vías pecuarias también podemos encontrar elementos adicionales como son:
• Descansaderos. Ensanchamiento de la vía pecuaria en donde los rebaños podían descansar o pasar la noche.
• Abrevaderos. Podían ser pozos con pilones o bien se hacían coincidir con el paso de arroyos, ríos o lagunas.
• Majadas. Lugar en donde los rebaños pasaban la noche.
• Mojones o hitos. Señalización del itinerario de las vías pecuarias.
• Puertos reales. Lugares en los que se cobraban los impuestos a la corona.
• Contaderos. Pasos estrechos en los que poder contar fácilmente las cabezas de ganado. Podían ser puentes o estrechamientos del camino.
• Puentes. Algunos de ellos servían de contaderos.
• Chozos. Viviendas de los pastores trashumantes durante su estancia en los “extremos”.
• Casas de esquileo.
• Lavaderos de lana.
• Sociedades ganaderas.
• Ermitas mesteñas.
• Ventas de trashumancia.
• Carteles indicadores de vía pecuaria.
Estas rutas silenciosas que se pierden o nacen en los puertos de las altas montañas, atraviesan valles, praderías y majadas, tomando incluso las calles de las ciudades gracias a una legislación que las ampara. Son el fiel reflejo de la impronta ganadera de una Comunidad que sigue fiel a su herencia cultural. Un hecho que se observa no sólo en la actividad agropecuaria que aún pervive.
Estos caminos de la trashumancia, que constituyen espléndidos corredores naturales entre el norte y el sur de la Península, han contribuido al mantenimiento de una rica biodiversidad. Son los denominados «pasillos verdes» que permiten la dispersión de numerosas especies de fauna y que todavía son utilizados por los grandes rebaños. Senderistas, viajeros y amantes de la naturaleza encuentran en el recorrido por las cañadas y multitud de vías pecuarias de España, un placentero viaje que les transportará a un escenario detenido en el tiempo.
Vía | Periodista digital
Comentarios cerrados