El muérdago regresa a casa por Navidad
La llegada de la Navidad hace que multitud de hogares se llenen de plantas que guardan vínculos con estas fiestas. Acebo, la flor de pascua y el muérdago son las grandes protagonistas, aunque quizá la última de ellas sea la más singular de todas. Y es que el muérdago es una planta mágica y casi alienígena que bien podría encontrarse en cualquier mundo de ciencia ficción.
Sin embargo, nos encontramos ante un ser vivo que habita en nuestro planeta aunque eso no lo convierte en una entidad vulgar y cotidiana. El muérdago (Viscum album) tiene la singularidad de ser una planta semiparasitaria, lo que significa que para poder vivir necesita enraizarse en otro árbol. Algo que consiguen gracias a la ayuda de las aves que tras comer sus característicos frutos blancos son depositados en los árboles cuando estas deyeccionan sobre ellos.
Hay muchas especies de muérdago, aunque casi todas ellas tienen los mismos elementos en común. Su estructura es muy llamativa se conforma a través de un follaje dicotómico o de ramaje verticilado, con pares opuestos de hojas verdes, normalmente rematados con unas pequeñas bayas blancas. Visto al natural, el muérdago suele crecer en forma esférica y de forma tupida. Dada esta forma tan singular y característica, es posible avistarlo con facilidad durante estos meses, cuando los árboles están desnudos de sus hojas.
Más allá de su labor ornamental, el muérdago ha tenido una tradición estrechamente vinculada a la medicina. Los pueblos celtas lo veneraban por sus propiedades mágicas y la medicina actual utiliza alguno de sus principios activos para luchar contra enfermedades como el cáncer. Pese a todo, es una planta tóxica y no debe ser ingerida, ni sus bayas blancas, ya que pueden causar problemas de salud.
Fuente | Wikipedia
Fotografía | Wikimedia Commons
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