Murallas en las playas de Australia
El gobierno australiano ha decidido permitir a los propietarios de los inmuebles que se encuentran a lo largo de la costa Este de Australia, fortificar los muros y las fachadas de sus casas que den hacia el mar, para protegerlas del aumento del nivel del mar y la erosión que las aguas están ocasionando junto a la fuerza de las tormentas.
Esta medida que está a punto de ser aprobada por el gobierno australiano, se trata de un recurso desperado por paliar los efectos que el aumento del nivel del mar está causando, para muchos, propiciado a su vez, por los múltiples factores del cambio climático. Por su parte, los ecologistas , ya han levantado la ceja en señal de desaprobación de dicha medida que consideran inapropiada.
Los ecologistas consideran que la fortificación de la costa podría ocasionar graves daños que derivarían en profundas cicatrices en las playas, y que, muy al contrario de paliar los efectos de la erosión del agua, podrían con seguridad, producir una erosión mayor, debido al efecto de bloqueo de las barreras de hormigón ante el corrimiento de las arenas movidas por las corrientes.
El gobierno de Nueva Gales del Sur, en la costa Este, ha puntualizado que permitirá la construcción de fortificaciones costeras que se lleven a cabo, siguiendo las medidas ecológicas adecuadas. Permitirán a los dueños de estos inmuebles construir diques y barreras; no obstante, el gobierno permanece en arbitrio de esta decisión.
Los proyectos de construcción de dichos diques se están evaluando en las consejerías locales, para valorar su impacto en el medioambiente. Existe por otra parte, la presión del coste económico que conlleva el mantenimiento de estos inmuebles debido a la erosión progresiva que aumenta, cada año, en Australia.
La aceleración del cambio climático, en especial en la zona costera australiana, ha producido un fenómeno disparejo de frecuentes tormentas y sequías abrumadoras en todo el territorio australiano y una alarmante elevación de la temperatura media estimada entre 1,4 y 5,8 para el año 2100.
Una situación que a la administración estatal le está produciendo cada vez más dificultades económicas y medioambientales. Graves casos de incendios forestales, con una sequía galopante, que crece cada año. Añadido a los grandes costes por las pérdidas materiales y los desgastes que estos daños conllevan. Son tiempos difíciles para el antiguo paraíso de Australia que debe asumir arduas decisiones para adaptarse al inevitable cambio climático.
Vía | revista ecologiablog
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