¿Por qué los patos ya no vuelan tan lejos como en el pasado?

¿Por qué los patos ya no vuelan tan lejos como en el pasado?

Escrito por: Rebeca   @dqtqjas_rbk    7 noviembre 2018    3 minutos

El cambio climático está produciendo que los patos y otros animales no realicen movimientos migratorios como antiguamente

El cambio climático es la principal razón por la cual especies acuáticas como los patos ya no necesiten volar tan lejos como lo hacían antes durante sus movimientos migratorios. Así lo confirma un reciente estudio realizado por un grupo de expertos finlandeses que entre 1991 y 2013 analizó un total de 25 especies distribuidas en una veintena de países. Dicha investigación ha concluido que las aves están adaptando el destino de sus viajes estacionales debido a este incremento de las temperaturas de las dos últimas décadas.

En este sentido, en los próximos años podríamos ver cómo España deja de ser un lugar de acogida durante la invernada para pájaros procedentes del centro y del norte de Europa. Estos animales ya no verían la necesidad de desplazarse tantos kilómetros si áreas cercanas a sus lugares de cría disponen ahora de unas condiciones climatológicas más calurosas. De este modo, no solo ahorrarían esfuerzos y conseguirían establecerse en sitios de más calidad sino también evitarían los inevitables peligros que conlleva estar días volando.

Los datos recogidos por SEO/BirdLife, la Sociedad Española de Ornitología, identifican a especies como el porrón moñudo o el pato colorado las que más han sufrido las consecuencias del calentamiento global, mientras que otras aves acuáticas como el pato cuchara o el ánade friso son cada vez más sensibles a las olas de frío. Las conclusiones del estudio, por otro lado, también detectan un cambio en los procesos migratorios de aves africanas como el buitre moteado o el vencejo moro, cada vez con más presencia en el sur de la península ibérica.

Pero los pájaros no son los únicos animales afectados por el cambio climático. La contaminación y las alteraciones meteorológicas son evidentemente perjudiciales para la salud de los seres humanos, aunque quienes realmente se encuentran en peligro de extinción son los mamíferos que viven en hábitats helados como el oso polar, la ballena beluga, el zorro ártico o el pingüino emperador. Por otro lado, hay cada vez menos abejas como consecuencia del cambio climático, ya que este trastoca por completo sus marcados ciclos climáticos.

En estas circunstancias, se hace más indispensable que nunca que los humanos tomen conciencia de su responsabilidad y actúen para, como mínimo, no empeorar todavía más la situación. Es cierto que, hace unas semanas, expertos de la ONU alertaron de las fatales consecuencias que tendría en el planeta el no tomar medidas drásticas para intentar frenar el calentamiento. No obstante, deben aplaudirse iniciativas como la Vía Verde de la Ciudad de México que pretende, con la instalación de jardines verticales, reducir las emisiones de gases contaminantes.

Estas acciones son necesarias y vitales para salvar la fauna y la flora que actualmente habita en la Tierra. Su futuro está en manos del hombre. Hoy es el cambio en las migraciones de las aves, pero mañana puede ser la extinción de otros animales y de hasta de la propia humanidad.

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