Quienes fuman y quienes soportan el fuego

Quienes fuman y quienes soportan el fuego

Escrito por: Leticia    22 abril 2009    2 minutos

Darles a los murciélagos de fumar es una actitud cruel que termina matándolos.
A este mamífero volador nos hemos empeñado en atribuirles cualidades humanas. Le hemos otorgado un aspecto que ha inspirado a personajes de ficción como Drácula y Batman, pero seguramente entre todas las cosas más raras que hemos hecho con ellos es intentar hacerlos adictos al tabaco.

La creencia surge a partir de una actitud cruel como aquella rural que consiste en ponerle en la boca un cigarrillo. Preso del pánico y ante la imposibilidad de deshacerse del cigarrillo el animal empieza a respirar más rápidamente, a la vez que inspira y suelta el humo. Por este motivo recuerda a una persona que fuma compulsivamente, de ahí el dicho popular “Fuma como un murciélago”. Realmente una crueldad.

La piel de la salamandra no tiene propiedades ignifugas, a pesar de eso muchos creen que es inmune a las quemaduras. Su origen se remonta a la antigua Grecia, donde se la creían una mezcla de serpiente y dragón, que vivía en el fuego y carbonizaba a su paso todo lo que tocaba. En el siglo I, Plinio el Viejo, en su Historia Natural, también atribuyó al uredolo la capacidad de extinguir las llamas gracias a la gelidez de su cuerpo (una característica real dado que se trata de un anfibio).

La cultura egipcia lo convirtió incluso en la representación del espíritu elemental del fuego para los alquimistas, símbolo de la destrucción, pero también del resurgir de la vida a partir de las cenizas. Ya en el siglo XVI, Francisco I de Francia lo eligió para decorar su moneda, en la que aparecía entre llamas junto a la frase “Vivo en él y lo apago”.

La estrecha relación que existe entre el fuego y la salamandra podría tener sus principios en la costumbre de hibernar escondida entre los troncos. Quizás, en alguna ocasión, se la vio saltar y huir cuando se quemaba la madera que era usada como leño. La capacidad de estos animales de regenerar los miembros amputados también ayudo a reforzar ese falso mito.

Fuente| Revista Muy Interesante