Sapo dorado, una de las primeras extinciones que se atañe al calentamiento global
El sapo dorado sigue dando que hablar. Su extinción se produjo en 1989, aunque los expertos todavía siguen hablando de él debido a que argumentan que es una de las víctimas del calentamiento global. De esta forma, el Incilius periglenes podría ser una de las primeras especies en extinguirse por los efectos del calentamiento global.
En primer lugar, tenemos que saber que, por lo general, el número de poblaciones de ranas y sapos está disminuyendo en todo el planeta. La estimación es que actualmente existen 6433 especies de anfibios, descritas, de las que aproximadamente 500 están en peligro de extinción. Además, la IUCN ha explicado que 38 especies de anfibios ya están extintas.
Pero ¿por qué se tiene en cuenta sobretodo la desaparición del sapo dorado?
¿Cómo desapareció el sapo dorado?
Según los registros existentes, en 1987 había 1500 sapos dorados en su principal lugar de reproducción. Aunque, entre 1988 y 1989, solo se detectó a un sapo de la misma especie, en el mismo lugar. Como se puede averiguar, la desaparición de los ejemplares fue bastante rápida. Desde las fechas que comentamos no se han vuelto a documentar nuevos ejemplares vivos.
Eso sí, hay que mencionar que la especie tenía un tamaño de población pequeño, además de una distribución geográfica que estaba localizada en un determinado lugar. En 1972 ya se estableció una reserva para intentar proteger a este tipo de anfibios, la cual fue ampliada de cuatro kilómetros cuadrados a 105 kilómetros cuadrados, posteriormente.
Fue en 1999 cuando se publicaba un artículo científico en el que se afirmaba que el cambio climático había sido una de las causas más probables de la desaparición del sapo dorado, entre otras especies de la misma zona. Después también se proporcionaron nuevos detalles acerca de lo que le sucedió a la especie.
Destaca un concepto muy interesante, y que tiene que ver con el hongo patógeno Batrachochytrium dendrobatidis, el cual es un hongo quitridio sensible a la temperatura, y que actualmente se ha constituido como una amenaza para la población mundial de anfibios. La infección del propio hongo estaría dando lugar a una enfermedad, denominada quitridiomicosis, que resultaría en un daño a la piel de los anfibios y, por lo tanto, consecuencias negativa sobre la capa de queratina.
No podemos olvidar decir que se afirma que quitridiomicosis surgió durante el calentamiento global, debido a un aumento general de las temperaturas, las cuales permiten que el hongo sobreviva de una mejor manera.
También se argumentan otras razones que podrían haber tenido que ver con la desaparición del sapo dorado, como la radiación ultravioleta, los pesticidas, el uso de tóxicos o la propia deforestación, aunque todavía no existen motivos que nos lleven a decir que son algo totalmente seguro.
Los anfibios siguen en peligro
El sapo dorado ya está extinto, pero hay que destacar que existen otras especies de anfibios que siguen en peligro debido a la presencia del hongo Batrachochytrium dendrobatidis. Esto significa que, si no se actúa, lo más problable es que los diferentes ejemplares sigan viéndose afectados por las enfermedades que provoca el patógeno.
Lo mejor, en este sentido, es esforzarse para que el hongo no sea tan efectivo o, al menos, encontrar una cura para la enfermedad que provoca.
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