Setas de otoño: Amanita muscaria
Si hay una seta que sea prácticamente inconfundible y que está en el imaginario de la cultura occidental es la Amanita muscaria. Su sombrero rojo y moteado de blanco es una de las estampas inconfundible de la llegada del otoño a nuestros bosques, con la llegada de las primeras lluvias. Una seta con una arraigada tradición cultural que no pasa por lo culinario, ya que es tóxica.
El sobrenombre de «muscaria» proviene del latín, ya que genera una mucosa capaz de paralizar a los insectos. Una capacidad muy útil, eclipsada por otra que es por la que mayor trascendencia ha tenido esta seta, y es su naturaleza alucinógena. Un aspecto bastante peligroso dado la alta toxicidad de esta seta, que puede llegar a inducir el coma si es consumida en grandes cantidades.
La Amanita muscaria pertenece a una familia de setas con mala fama, a la de las amanitas. Esto se debe a que la gran mayoría de ellas son tóxicas o venenosas, con muy pocos ejemplos de ejemplares aptos para el consumo humano. Como casi todos los miembros de esta familia, la Amanita muscaria tiene un anillo que rodea el tallo y una volva, una especie de saco parecido a un huevo del que brota el tallo.
El tamaño de la Amanita muscaria varía, aunque podría considerarse como una seta de tamaño mediano o incluso grande. Es fácilmente reconocible por su amplio sombrero rojo moteado de blanco, pero también por su tallo, volva y anillo de este mismo color. Suele encontrarse en bosques de hayas, pinos negros, abetos y abedules con los cuales micorriza y establece su relación simbiótica. Uno de los lugares donde esta especie es más fácil de ver en la Comunidad de Madrid es en la Pedriza, aunque está bien distribuida por toda la península.
Como de costumbre, si nos encontramos con esta seta en nuestros paseos, no debemos arrancarla o destruirlas a nuestro paso.
Fuente | Wikipedia
fotografía | Cristine Majul, Judith
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