Para llevar adelante diferentes investigaciones se les ha colocado transmisores de señales por satélite a 180 ballenas borales que se encuentran en ambos extremos de la costa de Norteamérica. En esta oportunidad las ballenas han llegado a atravesar el paso del Noroeste, pasando por la ruta que une a los océanos Pacífico y Atlántico.
Actualmente, aún no están determinadas las fronteras que delimitan el Ártico. Es por ello, que ha empezado una ‘guerra silenciosa’ para determinar qué país podrá extraer los recursos naturales de la zona tras el deshielo producido por el cambio climático.
Nuevamente, y como viene sucediendo hace tiempo, las temperaturas en el Ártico están subiendo y como consecuencia de ello las superficie helada se está derritiendo.
Las evidencias físicas y palpables de los efectos del calentamiento global parecen sucederse día tras día sin solución de continuidad. Algo está sucediendo en el planeta. Ahora son las morsas, las que, con su extraño comportamiento, nos advierten de otra señal de alerta. Miles de ejemplares están llegando a la costa noroeste de Alaska, huyendo del derretimiento del Ártico.
El cambio climático sigue su derrotero sin escalas hasta llevar al planeta al desastre total. Los científicos investigan y luego alertan, aunque poco más que eso pueden hacer. Pero cuando habla uno de los protagonistas -alguien que tiene en sus manos el poder de tomar decisiones concretas tendientes a detener el final tan temido- y solamente exhorta al mundo a que emprenda acciones al unísono para que el Ártico no se derrita en 30 años, es para preocuparse seriamente.