Estamos acostumbrados al mito de que los camaleones cambian de color para camuflarse con su entorno, mito que es completamente falso. La mayoría de ellos presenta tonalidades verdes o pardas, dependiendo de la especie y el hábitat que ocupen, y su sistema defensivo es exclusivamente su lentitud, lo que les hace difícilmente observables. Es cierto que pueden cambiar de color, pero lo hacen para comunicarse entre ellos o expresar un estado de ánimo, adquieren colores brillantes en el cortejo y en las disputas territoriales, y se oscurecen o aclaran según la hora del día o el estado de salud del que gocen.
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