El trágico relato del guacamayo de Spix
Las historias trágicas tienen un fuerte vínculo. No es difícil acordarse del terrorífico cuervo del relato homónimo de Edgar Allan Poe o de la mítica águila que devoraba de forma incansable el hígado del osado titán Prometeo. Pero más allá de la literatura, las aves encarnan sus propias tragedias en las que los seres humanos hemos sido los principales actores de su particular relato de terror.
La historia del confiado dodo y su desaparición es quizá una de las más conocidas como también lo es el de la paloma migratoria americana constituyen dos de los relatos de extinción más conocidos en el mundo de las aves. Sin embargo, hay otras historias menos conocidas, como es la del guacamayo de Spix (Cyanopsitta spixii) que es igualmente triste pese a que esta especie todavía se resiste a la extinción.
Resiste, porque hasta hace no mucho se la consideraba como extinta en la naturaleza. Sin embargo, en 2016 se avistó un ejemplar en estado salvaje, en la región de Caatinga de su Brasil natal. Este ave es un tesoro único del mundo natural por varios motivos. Para empezar se trata de una especie endémica de Brasil, por lo que no habita en ningún otro lugar del mundo, pero además es el único miembro del género Cyanopsitta.
Esta especie de guacamayo es de gran belleza debido a su característica tonalidad azul y el contraste cromático que presenta, pasando del blanco de sus penachos de la cabeza al negro del final de sus plumas. En cuanto a su tamaño, el guacamayo de Spix posee una longitud de entre 55 y 60 cm y un peso medio de aproximadamente 320 g en los machos y 290 en las hembras. Pero sus señas más características son el pico, negro en los adultos y con una franja blanca longitudinal en los jóvenes, y una zona desnuda en torno a los ojos, a modo de antifaz, blanca en los jóvenes y oscura en los adultos.
En cualquier caso, y más allá de este avistamiento aislado, lo cierto es que el guacamayo de Spix únicamente vive en cautividad, donde languidece a medio camino entre la extinción y la supervivencia. Un episodio que dolorosamente recuerda al del tigre de tasmania cuyo último ejemplar murió en un zoo, pese a que también se haya especulado, siempre sin pruebas, que todavía existen algunos ejemplares salvajes sueltos en alguna región recóndita de Australia.
Como no podía ser de otra forma, el destino del guacamayo de Spix ha estado vinculado fuertemente a la destrucción de su hábitat y al comercio ilegal de esta especie. Los tres últimos ejemplares salvajes fueron capturados entre 1987 y 1988 dando con el objetivo de ser vendidos como mascotas. Desde ese momento, el guacamayo de Spix pasó a estar en el limbo de la existencia en el mundo natural, aunque finalmente se le dio por extinto en el año 2000.
Los cambios en la legislación brasileña y la mayor concienciación sobre el medio ambiente parece que están dando sus frutos y los planes de recuperación del guacamayo de Spix podrían llegar a ser una realidad. En los últimos años, parece que algunos ejemplares han podido reproducirse en cautividad, permitiendo a la especie mantener un saldo positivo, aunque el riesgo de la endogamia y su viabilidad a largo plazo son sin duda motivo de preocupación.
Esta situación ha causado en los investigadores y en los programas de conservación serias dudas, ya que la vida del guacamayo de Spix en libertad es toda una incógnita. De lo poco que se sabe a ciencia cierta es que es capaz de vivir entre 20 y 30 años, que se alimenta de semillas y que forma parejas estables, anidando en los huecos de los árboles y haciendo puestas de alrededor de tres huevos.
Unas dudas a las que todavía se tardará años en dar respuesta. Quizá no sea demasiado tarde para el guacamayo de Spix y aún pueda llegar el día en que esta ave pueda volver a volar en libertad. Si no, tendremos que conformarnos con las fotos, y con la película de animación Río, donde esta peculiar especie hizo su interpretación estrella.
Fuente | SEO/Birdlife
Fotografía | Wikimedia Commons
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