Vivir en el desierto (II)
El conejo, el lagarto y el crótalo se ponen en guardia cuando algo que se parece a una gallina flaca con patas largas surge entre dos matorrales. Este ave, en realidad es un cuclillo terrestre, es también un animal adaptado al desierto y que encuentra toda su bebida en su alimento. Su nido está colgado en cualquier caco o mata espinosa. Su característica dominante es la rapidez de su carrera.
Se ve al cuclillo terrestre pasar por una abertura, luego por otra, y de repente se ha perdido de vista. Sus alas cortas y redondas no le sirven sino para mantenerlo en el aire durante el curso de una especie de vuelos. Descargando sus patas del peso de su cuerpo, le permite a esta ave poner toda la potencia muscular de sus extremidades inferiores al servicio de la velocidad. En su rápida carrera, que participa a la vez de las características del vuelo y de la marcha, el cuclillo terrestre, con sus alas extendidas, recorre el suelo con sus grandes saltos, pareciendo que navega por encima de los cactos y de las mayas bajas.
El pequeño lagarto gris, por su parte, puede curvar y balancear su larga cola con el fin de cambiar bruscamente su dirección, dar media vuelta de improviso, continuar su carrera sin frenar y finalmente escapar de casi todos sus perseguidores. Pero también el cuclillo terrestre es un consumado maestro en el arte de dar vueltas y hacer virajes.
Si atrapa la cola del lagarto, es posible que ésta se rompa y escape el lagarto (ya le nacerá otra nueva cola más tarde, posiblemente no será tan buena, pero será suficiente). Más con frecuencia la huida del lagarto le lleva a un nido por un joven cuclillo terrestre. El pajarillo se los tragará, primeramente la cabeza, degustándolo lentamente, y la cola del lagarto (si es que todavía la tiene) quedará colgando por mucho tiempo fuera de su pico.
Fuente | Revista Genios